sábado, 26 de febrero de 2011

Noches de Verano

-¡Sorpresa! ¡Sorpresa! -dijo con mucha energía la muchacha. Notó que su amiga ni se movió y que miraba el cielo- ¿Qué es lo que miras? ¿El cielo?.
Levantó su cabeza intentado descubrir algo interesante, pero nada, lo único que ve es el techo de la habitación de su amiga. Se sentó al lado de ella, quien permanecía recostada sobre su cama.
-Perdóname, pero no puedo ver nada. Dime ¿cómo has estado?.
El silencio prevaleció después de esa pregunta.
-¿Acaso estás durmiendo, pero con los ojos abiertos?
Miró a su amiga esperando que hiciera algo. Finalmente decidió despertarla tocandola suavemente por el brazo, pero algo la hizo deternerse.
-Te envidio, yo estoy muerta de calor y tu te sientes tan fría...
Volvió a mirar el el techo esperando poder encontrar algo interesante. Lo único que podía ver era el gastado de la pintura que se descarcaraba. Estiró su mano para tocar la parte más despegada arrepintiendose cuando todo el pedazo calló. Asustada miró a su amiga esperando verla despertar, pero nada, ni parecia respirar.
Frustrada ante la actitud de su amiga se acercó al agujero que quedó. Para su sorpresa descubrió el cielo. El agujero era lo suficientemente grande como para permitirle sacar la cabeza por él. El cielo estaba oscuro, ninguna estrella era visible, pero la luna inundaba el lugar de una dulce y fuerte luz blanca. "Tan redonda y tan hermosa" pensó la muchacha con los ojos brillantes.
Rápidamente agrandó el agujero para poder acomodarse bien. Una vez que terminó se acercó a su amiga y samarreandola le dijo:
-¡Mira! ¡Mira! ¡Es la luna, está llena! Tienes que ver como ilumina todo a su alcanze, vamos despierta.
Su amiga no respondió, solo mantuvo su fría mirada sobre lo que quedaba del techo. Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas, pero con mucho esfuerzo logró contenerlas hasta que escuchó un susurro:
-Perdóname.

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