lunes, 19 de diciembre de 2011

La mujer, antes de que se diera cuenta, se había enamorado por completo de un hombre mayor que ella, tanto que le era difícil pensar en rechazar o alejarse de las muestras de cariño que este le daba.
Tan grande era su deseo de corresponderle que casi nunca le decía que no, pero había algo que le decía que no debía dejarse. Y ese algo era su pololo. Llevaba más de un año con él. Poco tiempo después de que se habían conocido empezaron a vivir juntos por ciertos problemas de la muchacha, obviamente que dormian en habitaciónes separadas, pero a los pocos meses se iniciaron su pololeo.
Su relación empezó más por insistencia de él que de ella y en realidad no tenían muchos problemas (lo único que los hacía pelear eran los celos del hombre).
Un día, por mera casualidad, conoció al hermano mayor de su pololo, claro que ninguno estaba conciente de esa relación, y, sin darse cuenta, lo hechizó con su personalidad. La muchacha estaba tranquila en un principio, pero en cuanto su pololo los vio juntos se la llevó de inmediato lo más lejos posible de él. Poco después la joven entendió el porqué. Ambos hermanos se odiaban infinitamente.
A pesar de saber eso y de cuanto le molestaba a su pololo que se juntara con su hermano no pudo terminar con la amistad. Luego la situación empeoró cuando el hermano mayor de su hermano se le declaró.
Había tantas diferencias entre uno y otro, pero ambos parecían sentir lo mismo hacia ella que le hacía difícil mantenerse fiel a uno y rechazar al otro o simplemente tomar una decisión.
Finalmente, los hermanos empezaron a competir por su amor causandose mucho daño entre sí y obligando a la muchacha a alejarse de ellos para siempre, o al menos hasta que sus sentimientos se estabilizaran.

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