“No debo llorar, no debo
llorar... Relájate, párate derecha y camina con la frente en alto, siempre en
alto…”
Haciéndole ciegamente caso a
ese pensamiento, encaminó sus pasos y parándose frente a su destino abrió la boca.
“Relájate, relájate, que no se
te quiebre la voz, no te muestres débil…”
Su garganta estaba oprimida y
frente a su cuerpo sujetaba sus manos en un vano intento de ocultar su temblor.
Miró a los ojos a su destino
fingiendo seriedad y calma, o al menos eso era lo que quería, en cambio sus
ojos se mostraban asustados y vidriosos. Preparó su garganta y convenciéndose
de que podría hablar bien empezó.
- Yo… -y hasta
ahí quedó su seriedad.
Su voz se quebró y sus ojos se
pusieron más tristes de lo que ya estaban, separó sus manos para ayudar sus
palabras, pero sólo logró evidenciar su desesperación. Nerviosos sus labios se
movieron rápida y torpemente. Ahora que lo recuerdo me pregunto si le
entendieron bien lo que intentaba decir…
Su destino le respondió, la
intentó calmar con palabras. Con un movimiento nervioso y sospechando con las
palabras de su destino tocó su mejilla con la punta de los dedos. Una lágrima
silenciosa.
“¿En qué minuto…?” se preguntó mirando
su dedo intentando encontrar en su memoria la sensación de esa lágrima
silenciosa. Intentó limpiar su recorrido con los mismos dedos y volvió a
dirigir su mirada a su destino. Le
miró con la misma expresión que portó después de emitir un sonido, la escuchó
atenta, le respondió volviendo a intentar fingir control sobre si misma, pero
su desesperación permanecía latente. Finalmente una cálida sensación rodeó su
espalda, sintió de reojo a dos personas paradas a su lado, supuso que eran sus
brazos. Entonces sintió vergüenza y consuelo a la vez. Su cuerpo temblaba por
completo, lo sabía desde un principio, pero le avergonzó comprender que no sería
la única que supiera eso. Nunca los buscó con la mirada, se sentía tan ridícula
con sólo saber que estaba haciendo una escena, una estúpida escena.
“Y pensar que yo odio a las
personas lloronas… mierda, soy una de ellas y nunca me di cuenta…”
Se decía en su cabeza apenada.
El calor que acariciaba su espalda la consolaba, no, no eran sólo brazos,
también estaba el torso de alguien o de ambos, tal vez un intento de abrazo. Pero
todo de carácter consolador.
“Gracias…” susurró en su
cabeza.
La conversación en realidad no
sirvió de mucho, sólo para mostrar su preocupación y desesperación, pero sintió
apoyo tanto de destino y de las
personas que la consolaban a su lado y las que estaban de paso alrededor.
- Estamos nosotros también -dijo
uno de los que estaba a su lado.
Sus lágrimas seguían cayendo
silenciosas por su rostro, pero al menos encontró solución a parte de su
problema. Ahora sólo quedaba la frustración. Agradeció en su corazón las
palabras amables que recibió. Nunca fue su intención llorar, nunca quiso
parecer patética y sabía que no importaba que tanto la consolaran, sea una o
varias personas, siempre se sentiría ridícula y patética. Aún así lo agradeció todo,
sobre todo el calor que la confortaba acariciando su espalda.
Ahora que lo piensa se sigue
avergonzando de si misma, pero de todas las cosas, la que más le avergüenza tal
vez es que él sintió su cuerpo temblar y la sujeto.
“Siempre me hice la fuerte,
pero nunca sé controlar las emociones intensas…
Les
debo las gracias…”
Bienvenida a la Arquitectura
ResponderEliminaroh dios...
ResponderEliminarme vi plasmada en ese escrito jajajajajaja
excelente narranción ^^ me fascino ademas de acordarme un suceso que sufrí hace unos 3 meses donde sentí todo eso...