jueves, 1 de noviembre de 2012


“No debo llorar, no debo llorar... Relájate, párate derecha y camina con la frente en alto, siempre en alto…”
Haciéndole ciegamente caso a ese pensamiento, encaminó sus pasos y parándose frente a su destino abrió la boca.
“Relájate, relájate, que no se te quiebre la voz, no te muestres débil…”
Su garganta estaba oprimida y frente a su cuerpo sujetaba sus manos en un vano intento de ocultar su temblor. Miró a los ojos a su destino fingiendo seriedad y calma, o al menos eso era lo que quería, en cambio sus ojos se mostraban asustados y vidriosos. Preparó su garganta y convenciéndose de que podría hablar bien empezó.
- Yo… -y hasta ahí quedó su seriedad.
Su voz se quebró y sus ojos se pusieron más tristes de lo que ya estaban, separó sus manos para ayudar sus palabras, pero sólo logró evidenciar su desesperación. Nerviosos sus labios se movieron rápida y torpemente. Ahora que lo recuerdo me pregunto si le entendieron bien lo que intentaba decir…
Su destino le respondió, la intentó calmar con palabras. Con un movimiento nervioso y sospechando con las palabras de su destino tocó su mejilla con la punta de los dedos. Una lágrima silenciosa.
“¿En qué minuto…?” se preguntó mirando su dedo intentando encontrar en su memoria la sensación de esa lágrima silenciosa. Intentó limpiar su recorrido con los mismos dedos y volvió a dirigir su mirada a su destino. Le miró con la misma expresión que portó después de emitir un sonido, la escuchó atenta, le respondió volviendo a intentar fingir control sobre si misma, pero su desesperación permanecía latente. Finalmente una cálida sensación rodeó su espalda, sintió de reojo a dos personas paradas a su lado, supuso que eran sus brazos. Entonces sintió vergüenza y consuelo a la vez. Su cuerpo temblaba por completo, lo sabía desde un principio, pero le avergonzó comprender que no sería la única que supiera eso. Nunca los buscó con la mirada, se sentía tan ridícula con sólo saber que estaba haciendo una escena, una estúpida escena.
“Y pensar que yo odio a las personas lloronas… mierda, soy una de ellas y nunca me di cuenta…”
Se decía en su cabeza apenada. El calor que acariciaba su espalda la consolaba, no, no eran sólo brazos, también estaba el torso de alguien o de ambos, tal vez un intento de abrazo. Pero todo de carácter consolador.
“Gracias…” susurró en su cabeza.
La conversación en realidad no sirvió de mucho, sólo para mostrar su preocupación y desesperación, pero sintió apoyo tanto de destino y de las personas que la consolaban a su lado y las que estaban de paso alrededor.
- Estamos nosotros también -dijo uno de los que estaba a su lado.
Sus lágrimas seguían cayendo silenciosas por su rostro, pero al menos encontró solución a parte de su problema. Ahora sólo quedaba la frustración. Agradeció en su corazón las palabras amables que recibió. Nunca fue su intención llorar, nunca quiso parecer patética y sabía que no importaba que tanto la consolaran, sea una o varias personas, siempre se sentiría ridícula y patética. Aún así lo agradeció todo, sobre todo el calor que la confortaba acariciando su espalda.
Ahora que lo piensa se sigue avergonzando de si misma, pero de todas las cosas, la que más le avergüenza tal vez es que él sintió su cuerpo temblar y la sujeto.
“Siempre me hice la fuerte, pero nunca sé controlar las emociones intensas…
Les debo las gracias…

2 comentarios:

  1. oh dios...

    me vi plasmada en ese escrito jajajajajaja

    excelente narranción ^^ me fascino ademas de acordarme un suceso que sufrí hace unos 3 meses donde sentí todo eso...

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